Parecía una ermita mas, excepto por su apariencia de fortaleza coherente con su medio ambiente, tramontana y fronteriza. Un lugar alto pero recogido con una imponente vista sobre la costa, la puerta estaba abierta y cruzamos sus gruesas paredes, dentro un pequeño espacio sin símbolos, fuera el sonido fuerte del gran viento, en un lado un hogar para el fuego, dos minúsculas y protectoras ventanas, oscuridad por tanto... y silencio.
Un buen sitio para pedirle a ningún dios, generoso y discreto. Al otro lado de este mar que desde allí se ve grande, anda la revuelta en su peor momento, también sin símbolos y con mucha, muchísima generosidad todavía.
Sin duda un buen rincón para acordarse de ellos y desearles suerte.
Formulo los mismos deseos de suerte, para todas estas personas, que al otro lado de nuestro mar, lo tienen muy complicado.
ResponderEliminarLa fotografía muy bonita, pillaste un cielo que parece un cuadro. Enhorabuena, Agustin.
Me uno a vuestros deseos, aunque vistos los enfrentamientos de las últimas horas, dudo que tenga una solución pacífica y rápida.
ResponderEliminarGracias por el enlace de la entrada de hoy.
Saludos