La impresión que tuve al verla abandonada en ese almacén del puerto, fue esa. Seguía pareciendo poderosa, capaz de arrastrar mil vagones por cualquier tierra. Pero ahí estaba, desarraigada de cualquier raíl, vacía de todo aquello que le dio su intima razón de ser, el infinito tras la puerta y ella ahí... quieta...vieja...usada, pero no rendida.
Trenes y mas.
¡que buena luz Agustín!
ResponderEliminar¿colocaste algún foco?
Gracias Carlos.
ResponderEliminarDentro de la maquina uno y maquina de humo y fuera otro.
pues el efecto está muy conseguido, ¡felicidades!
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