Recostado sobre la invisible calidez de las piedras, observando atento y ensimismado la severa paciencia de lo humano, la voluntad de perdurar, de asombrarse ante el hecho predecible de descubrir nuevas formas. Darle forma al laberinto interior y pintarlo para los ojos de otros que vendrán, que ya estamos aquí. Asimilar que el peso de tu cuerpo, por mucho que te pese, puede sostenerse sobre esa leve columna ingrávida.
El misterio de la propia capacidad desgastada por el tiempo, de la propia incapacidad incólume en estos días y sin embargo, siempre sorprendente.
Insondáveis mistérios.
ResponderEliminarBela Foto!
Um abraço
Realmente, viendo cómo hemos llegado hasta aquí (aunque quizá realmente hasta hace algunos años), y por todo lo que ha debido pasar la humanidad, se da por hecho que tenemos como especie un aguante equiparable a la de las columnas que has fotografiado.
ResponderEliminarBonito encuadre.
Saludos