miércoles, 8 de junio de 2011

La sonrisa de la roca.

Asiste impasible a su propio y continuo desgaste salino, con la vista eternamente puesta sobre el horizonte, como si quisiera despegarse por fin de sus raíces y partir a navegar. Las caricias a veces bruscas del mar la mantienen atenta y enamorada, desea soltarse, flotar, marearse sobre esas aguas que le cuentan al oído las historias mecidas entre ola y ola. Presiente que su peso no sera de ayuda, pero insiste y casi puede notar el movimiento cuando una brizna, convertida en arena de su propia piel, se desgaja y parte buscando su destino... y en la roca... se dibuja una sonrisa... alegre.

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