Sentado en la pequeña escalera, esperaba paciente la llegada del mar. Los días de calma lo encontrabas impaciente oteando un horizonte plano y azul. En el desespero se entregaba a la bebida, ¿ron?, no... mas bien vino de cartón. Una vez embriagado, dirigía sus pasos hacia adelante, hasta encontrar en el zumo salado una especie de escalofrió que le devolvía a la vida. De vuelta, buscaba en el interior del chamizo, el calor que su piel había perdido hacía ya tiempo. Acurrucado en un rincón su esperanza susurraba tranquilidad. el día llegaría.
Se levanto temprano, inquieto. El mar sonaba poderoso. ¿Quizás hoy?. Se sentó en el penúltimo escalón como con prisa. La lluvia le empapaba la mirada... y entonces.
Paso por allí a menudo y no lo encuentro, añoro su conversación y su risa sincera, pero ya no esta. Parece que al fin...
No se si es una historia urdida por tu magín o tiene una base real, pero es tremendamente emotiva y triste. Muy adecuada para acompañar esta bella foto en la que predomina también ese halo de tristeza que tu historia clava en mi corazón
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