domingo, 4 de diciembre de 2011

La anciana Europa II.- Junta de vecinos-.

La portería, amplia y decadente, dejaba ya ver los desconchones propios de la edad  y el abandono. Tenía un ascensor  que se movía cual antiguo tranvía en el cambio de vías. Daba miedo. Si subías a pie, la cosa mejoraba. Cuatro plantas y un ático que al llegar a él, recordaba que al fin no estabas en un mal barrio.
No hace tanto, un portero te recibía en la entrada tras un mostrador ahora vacío y con algo de polvo. Bien temprano dos mujeres se encargaban de dar brillo a la escalera todos los días. Y a punto estuvieron tras una reunión, de colocar mármoles en la entrada y cambiar el ascensor que ya empezaba a lucir edad, a pesar del señorío. Pero un vecino...
- Lo siento, pero ahora no puedo afrontar el gasto, la empresa no va bien y  el banco me lo está mirando, pero a mi me parece que me están dando largas. Tendremos que esperar un poco.
Los vecinos se miraron sorprendidos y algunos aliviados, para la mayoría el gasto era excesivo, sin saber bien como, casi todos habían visto reducidos sus ingresos últimamente, pero callaban pensando que sería momentáneo y estaban dispuestos ha pagar el arreglo.
El señor del ático permanecía callado atusándose un bigote antiguo en un gesto que provocaba entre todos una risa silenciosa. Se dispuso ha hablar.
- En la finca de al lado conozco un prestamista, es posible que tenga una solución al problema que no resulte en exceso onerosa... déjenme que hable con el.
Quedaron en volverse a reunir.
Pasaban los días sin que nadie terciara para la consabida junta, sin embargo de puertas adentro se observaba cierta mejora en algunos de los pisos. Pequeñas obras, puertas nuevas, cambio de alfombras, un baño nuevo. Al final llego la fecha de la obligada junta trimestral y hacía las nueve fueron acercándose a la entrada de la finca los vecinos entre charlas amistosas.
El vecino del tercero que ejercía de presidente tomo la palabra brevemente, saludo y cedió enseguida el turno al señor del ático.
- Como les deje dicho, hable con mi amigo de la finca vecina a fin de buscar una solución a nuestro común problema. La respuesta siento decir fue negativa, pues según me explicó, había estado recibiendo la visita de algunos de ustedes en petición de crédito, a lo cual había accedido cortésmente, - algunas toses-. El hecho en si, es que dada la deuda de ustedes para con él y sabiendo entonces de sus particulares problemas, no podía arriesgarse a  prestarle mas a la finca en su conjunto. En todo caso si sus economías han mejorado y lo permiten, podríamos entrar en materia de lo que acontece.
El del segundo tomo entonces la palabra.
-  La verdad es que quería aprovechar para comunicarles que he puesto el piso a la venta, aunque el de la agencia no me prometió nada rápido, dice que los pisos han bajado mucho. En fin, en todo caso, comprenderán que ahora no pueda. Ademas tengo que devolver el préstamo, por cierto, su amigo pide unos intereses bastante generosos.- Murmullo general -.
- No es exactamente un amigo, compartimos negocios desde hace tiempo. En todo caso, comprenderán que deberíamos tomar una decisión, no podemos seguir con ese ascensor, es peligroso. 
El del tercero parece tener una idea.
- Usted parece ser el único que no pasa por problemas económicos, podría adelantar el dinero para la obra y darnos un tiempo para devolverlo.
- Si bien es cierto que no paso apuros, no puedo permitirme ese dispendio, mi familia no lo entendería. Saben de sus problemas y lo encontrarían arriesgado.... pero. Déjenme que me reúna de nuevo con el prestamista, conocemos unos inversores que puede que estén interesados.
- De acuerdo,- tercio el presidente -, nos reunimos entonces la semana que viene.
- Muy bien, aunque no les prometo nada, mi amigo tendrá también que consultarlo.
Paso la semana entre cuchicheos vecinales puerta a puerta. Las estrecheces empanzaban a causar algún estrago. El del primero había alquilado una habitación y los demás estaban pensándoselo. Llego la hora de otra reunión mas, de nuevo tomo la palabra el presidente para cederla sin preámbulos al señor del ático.
- El señor de al lado y yo mismo, hemos llegado a un acuerdo. La idea es ceder sus deudas a terceros, estos terceros se comprometen ademas a financiar el arreglo del ascensor... naturalmente tendrán ustedes que avalar y claro... disculpen, el interés subirá un poco, comprendan ustedes el riesgo.
Se dejo oír un murmullo de leve indignación. Tercio de nuevo el del ático atusándose un bigote que ya no provocaba risas.
- Entiendan ustedes, que con sus deudas, de no aceptar este acuerdo pueden perderlo todo. Mi interés es ayudarlos y así conservar este edificio que guarda tantas historias.
- ¿Y cuando no podamos pagar?.
- Ustedes intenten mejorar su economía y no se preocupen. Siempre se puede negociar. Estoy convencido.
Pasado un tiempo. El señor del ático se mudo al edificio de su amigo, el ascensor ya no funcionaba y no era cuestión...Tampoco crean que le fue mucho mejor que al resto, imaginen...

2 comentarios:

  1. Agustín, si sigues así, casi dará igual que no acompañes el texto con una foto.
    Genial, me encanta la historia y la mas que clara alegoría.

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  2. Suscribo el anterior comentario. Genial el relato que cuenta la historia que estamos viviendo ahora con Europa.
    Un saludo.

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