miércoles, 18 de enero de 2012

Naci en invierno...y sigue.

La abuela caminaba tiesa y concentrada en mantenerme abrigado, amén de no perder de vista los raíles del tren con la esperanza que aún con la oscuridad delegada por la tormenta, condujeran a algún lugar seguro. Iba delante y los demás parecían seguirla con dificultad, ella se conducía de puro nervio, así siempre.
Por dentro renegaba, que coño hacía ella perdida entre montañas que no conocía. En realidad fue la primera en emigrar, y bien que le dolió, dejar a los niños al cuidado de si mismos. Los niños fueron llegando tras su estela, con mas o menos suerte se establecieron en esta tierra y aquí se quedarían todos hasta verla marchar y después... marcharse ellos.
¿Has oído alguna vez un tren llegar a tu espalda?. El ruido cuando pasan a tu lado es estruendoso, pero prueba a oírlo llegar. Suena como un silbido, casi imperceptible, hasta que ya está aquí... y pasa entonces si,  como si todas las traviesas del mundo repicaran a la vez, ¿pero antes?.
Antes, alguien intuyo una luz en la sombra. Y aunque nadie creía que con ese tiempo fuera a pasar un tren, se aparto por si acaso. Aviso por si acaso al de delante... y así todos se iban haciendo a un lado, para cuando el aviso llego hasta la vecina que intentaba seguir a la abuela sin conseguirlo del todo, el silbido premonitorio ya se oía. La vecina se aparto y grito y volvió a gritar con el alma, mientras la sombra que le precedía continuaba impetuosa su marcha, el tren paso a su lado apagando su voz... y casi su aliento... dos segundos lentos, tan lentos... Y entonces contaba mi abuela que vio a mi tía que venia de frente, agitando los brazos despavorida... que pensó que era de la alegría de encontrarlos, que donde va esa loca, que levanto un brazo  para tranquilizarla, mientras mi tía, la que siempre tuvo el pelo blanco, continuaba moviendo los suyos cual si el espíritu de San Vito la hubiera poseído. Entonces, contaba...que sintió de golpe como alguien la empujaba, ella resistió a caerse y aún la empujaron mas fuerte, hasta dar de bruces ella y yo sobre la nieve... y el tren, paso entonces como si mil traviesas repicaran.
Mañana continuo.

1 comentario:

Tu voz se agradece siempre.