viernes, 25 de mayo de 2012

¡Despierta Benigno!.

Había adecuado su bolsillo y su entorno a las circunstancias, así que se sentía bien. Pobre pero honrado, que le dijo siempre su padre. Y sin saber bien como lo acabó convirtiendo en ley de vida. Tampoco tuvo nunca demasiadas oportunidades para lo contrario, no puede decirse que la opulencia le pasara ni rozando, así que su convencimiento podría ser debido a su desconocimiento, ojos que no ven...
Benigno se desperezaba en la choza, mientras su cuerpo emitía a la vez todos los sonidos posibles tras unas horas de sueño, de su boca surgía sincronizado un largo aullido matinal. Estaba solo y solo disfrutaba pensó, cuando de repente recordó que la noche anterior, había truncado de motu propio la soledad de su vivienda. LLamemosla así.
Alzó levemente la mirada como para no molestar, luego recorrió de reojo el lugar. Para ser exactos, miro a su lado y comprobó la ausencia de Sinsentido. Vaya, para una vez que alguien me acompaña no me dura ni la noche, que le vamos a hacer, pensó casi en voz alta. Mantuvo erguida la mirada unos instantes hacia la minúscula entrada, como esperando que el ausente hiciera acto de presencia y viendo que no, volvió a recostarse. La tripas le crujían como implorando, pero su mente le rogaba que hoy no, que bocata de mortadela hoy no. Así que se recostó esperando a que mente y tripas se pusieran de acuerdo o ganara uno de los dos.
Parecía conseguirlo, sus ojos comenzaban a entornarse de nuevo, cuando una ráfaga de viento envuelta en plumas blancas y ruido de aleteo se instalo brevemente en la entrada. ¿Sera un ángel?, se dijo, estaré soñando, se respondió, e incrédulo y desganado se dispuso a cerrar los ojos de nuevo, pero algo en su nariz se lo impedía. Un olor que atravesaba los pelillos de su apéndice nasal, recorriendo el camino que la separaba de su materia gris, la cual no conseguía encontrarle un sitio en su memoria. No así sus tripas, que despertaron de golpe agitándose compulsivamente todas a la vez, lo que le obligo a su pesar a enderezarse... y no, no era un ángel, aunque bien podría. Sinsentido hacía su aparición agitando en el aire una bolsa cuyo contenido consiguió que la saliva se abriera paso entre los dientes de Benigno.
¡Chocolate con churros!, ¡por Dios!.

                                                           ¿Y ustedes se preguntaran?.





1 comentario:

  1. ...¿qué sentido tiene la foto con el pequeño relato? Por un momento pensé que Sinsentido era el pequeño pajarillo...
    Me ha gustado mucho el relato, y la foto es preciosa.
    Un saludo, Agustín.

    ResponderEliminar

Tu voz se agradece siempre.