martes, 5 de junio de 2012

Benigno, los churros y la hierba.

Ojos como bandejas de plata, brillantes y alargadas, reflejando en las pupilas el color oro de las porras que Sinsentido repartía con esmero sobre un plato de plástico. Mientras las babas de Benigno amenazaban inundación. Ahora dos vasos de chocolate se posaban al lado del manjar. Benigno conteniéndose sin conseguirlo, veía como sus manos cobraban vida propia, alargándose sinuosamente hacia los churros. Pero recordando su primitiva educación consiguió contenerse, agarrando con una mano la otra, para decir.
- Tu primero.
-No, ya sabes que a mi me gusta la hierba. Estuve en un chalet antes de subir.
- Entonces...
Entonces fue cuando la educación se fue al garete, La manos de Benigno consiguieron zafarse de ellas mismas y se dirigieron atropellándose hacia el humeante plato, para cederse el paso solo, cuando ambas intentaban introducirse a la vez en la boca de Benigno.
Al tercer bocado recordó el chocolate y baño el cuarto churro... lo engulló. Al quinto ya mas calmado, lo dejo bañándose observando con ojos de enamorado, como el liquido parecía querer introducirse dentro de la inflexible masa de harina frita, para después izarlo hasta quedar mas arriba de su boca abierta, recogiendo el chocolate que parecía escapar, luego introducirlo en ella y presionar, aspirar, hasta dejarlo seco, vacío, inerme entre sus dientes y de ahí, hacia dentro.
Sinsentido observaba la escena con cara de marciano, valga le redundancia. No podía imaginarse siquiera la mecánica capaz de despertar en un ser como el que tenía enfrente, semejante retahíla de ruidos placenteros. Aunque al principio podía parecerse a él mismo cuando pastaba, a partir del sexto churro, la cara de Benigno pareció relajarse, ya no devoraba, observaba primero los pocos elementos que iban quedando sobre el plato, escogía uno, lo miraba, lo introducía entonces en el chocolate pero con delicadeza, dejaba entonces que se empapara sin ninguna prisa, pacientemente. Por fin lo recogía y lo dirigía hasta su paladar, jugando con él, meciéndolo. Mientras sus ojos se cerraban en mueca placentera.
Por fin acabo, todo lo bueno.... , recogió todo y lo introdujo de nuevo en la bolsa de la que había salido. Se levanto perezoso e introdujo sus manos en el cubo con agua que tenía en la puerta, antes de hacerlo las miró despidiéndose del azúcar que se adhería a ellas, se mojo la cara, miró a Sinsentido.
- Gracias, pero me tienes que explicar...
- ¿Explicar?.
-  Para empezar. ¿Porqué te gusta la hierba?.



3 comentarios:

  1. Una foto magnífica y un relato excelente. Felicidades artista.

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  2. Buena foto pero qué buen relato!!! Las descripciones son fabulosas, me han dado ganas de hacerme un chocolate con churros :-))
    Un saludo.

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